Roberto Baggio

En la década de los 80 y 90 del siglo XX, Italia dominaba cuando se hablaba de los campeonatos nacionales. También a nivel internacional. Y su selección era siempre una de las favoritas en cualquier cita de selecciones.

Italia era un auténtico Imperio a nivel futbolístico. El todopoderoso Milán de Arrigo Sacchi y su reformulación del catenaccio dominó la liga italiana, el Calcio. Y sembró el terror en Europa; que se lo digan al Real Madrid de la Quinta del Buitre, a quien el fútbol le debe una Copa de Europa gracias a aquel Milán de los holandeses Marco Van Basten, Rud Gullit y Frank Raijkard.

El Calcio era campeonato donde todas las grandes estrellas querían jugar. El Inter de Milán intentó competir a base de la fiabilidad alemana, con Lothar Matthäus, Andreas Brehme y Jurgen Klinsmann.

Allí estaba el dinero entonces. Los grandes sueldos y los fichajes más caros se pagaban con el dinero del país de la bota. Cómo se explica entonces el fichaje de un tal Diego Armando Maradona, que dejó el FC Barcelona por el Nápoles, un equipo del Sur de Italia que consiguió disputar la hegemonía del norte, hacerse con el Scudetto e incluso disfrutar en Europa.

Precisamente fue contra el Nápoles de Maradona cuando un joven jugador firmó su primer gol en la Serie A. Era mayo de 1987. El encuentro sirvió para que Il Napoli levantase su primer título de campeón. El jugador era Roberto Baggio (18 de febrero de 1967), que había debutado unos meses antes, en 1986 con la Fiorentina en la Serie A.

En los 90, la Juventus y el Parma, entre otros, seguirían demostrando el poderío de los clubes del país de la bota. Hasta que un día el fútbol y el dinero dijeron basta.

De verdugo de España a morir de pie en el Mundial de 1994

Roberto Baggio forma parte de la parte triste de los Mundiales para España. Él fue quien sentenció a la Selección Española de Javier Clemente, cuya portería defendía el portero español Andoni Zubizarreta, en el torneo celebrado en Estados Unidos. Suyo fue el gol que acabó con las ilusiones españolas en aquel partido en el que los españoles tampoco han olvidado aún la ocasión que tuvo en sus botas Julio Salinas.

Paradojas del destino, aquel Mundial fue también el de su fallo ante el meta brasileño Taffarel en la final del campeonato que enfrentó a Italia con Brasil. La tanta de penaltis decidió el campeón mundial y la estrella italiana mandó su lanzamiento por encima del larguero.

Aquel partido en el que la Verdeamarela volvió a levantar el trofeo y recuperar el trono mundial, en un campeonato con jugadores que no llegaron a disputar ni un solo minuto, dejó sin el título de los títulos a un jugador diferente, al Balón de Oro, FIFA World Player y jugador del año de 1993.

Aquel penalti lo privó del mayor trofeo a nivel de selecciones e hizo que su estrella, ganada a base de clase y juego, sufriese el ataque de sus detractores en una Italia más amante del catenaccio que del jogo bonito. Tras errar el lanzamiento de penalti, Baggio se quedó de pie, congelado y mirando al infinito, en una estampa que dio la vuelta al mundo.

La estrella italiana había muerto de pie, al sentir todo el peso sobre sus hombros del intento fallido por subir al altar futbolístico. De poco sirvieron sus dos goles en octavos de final ante Nigeria, el gol contra España en la fase de cuartos y los otros dos ante Bulgaria en semifinales.

©DPA/LAPRESSE 17-07-1994 PASADENA MONDIALI DI CALCIO PARTITA ITALIA-BRASILE NELLA FOTO: LA DISPERAZIONE DI ROBERTO BAGGIO DOPO AVER SBAGLIATO IL RIGORE

Fuente: Federación Italiana de Fútbol

Único jugador italiano en marcar en tres Campeonatos del Mundo

Roberto Baggio defendió la camiseta del combinado nacional de Italia en 56 partidos, en los que anotó 27 goles.

Si en el subcampeonato en Estados Unidos 1994 hizo cinco goles, logro que le sirvió para ser Balón de Plata y formar parte del combinado ideal de aquella Copa del Mundo, fue también una pieza importante de la selección italiana que firmó el tercer puesto en Italia 90, campeonato en el que anotó dos goles (uno de ellos, el conseguido ante la extinta Checoslovaquia está considerado el gol de aquel campeonato).

A estos números hay que sumar otros dos tantos conseguidos durante su participación en el Mundial de 1998, en Francia. Sería su último Mundial, ya que no fue convocado al de 2002.

El catenaccio, al que había hecho frente durante años, y la edad, acabaron por destronarlo. Su último partido con Italia fue un amistoso contra España, el 28 de abril de 2004, en Génova.

En total, nueve goles de Italia en Mundiales llevan su firma. Ese récord para los azurri lo comparte con Paolo Rossi y Christian Veri, que pusieron su sello al mismo número de goles. Eso sí, Baggio es el único jugador italiano en anotar goles en tres Copas del Mundo diferentes.

Trayectoria: Juventus, Milán, Inter y otros cuatro clubes italianos

A pesar de la gran carrera de Roberto Baggio, el estilizado jugador transalpino no logró acumular un gran palmarés. Así, si a nivel de selección no pudo levantar título alguno, con los clubes en los que militó tampoco tuvo una carrera demasiado prolífica (aunque ya la quisieran muchos).

Tras su paso por Vicenza, Fiorentina, Juventus, AC Milán, Bolonia, Inter de Milán y Brescia, consiguió dos títulos del Calcio (Serie A), una Copa de Italia y una Copa de la UEFA.

De Vicenza a la Juventus, pasando por la Fiorentina

Su carrera en el mundo fútbol arrancó en 1982, en el Vicenza, un modesto equipo en el que llamó la atención de la Fiorentina.

Fichado por la entidad viola en 1985, Baggio debutó en el Calcio contra la Sampdoria. Era el año 1986. Su primer gol lo anotó en mayo de 1987 ante el Nápoles de Diego Armando Maradona, justo en el día en el que el equipo del sur de Italia levantó el Scudetto.

Tras un papel destacado con la Fiore, donde es aún hoy un auténtico ídolo, fue fichado por la todopoderosa Juventus de Turín en 1990. Con uno de los mejores equipos del mundo entonces, Baggio levantó la Copa del UEFA en 1993. Fue el año en el que el reconocimiento individual le llegó con el Balón de Oro y el FIFA World Player.

Desde entonces, tuvo que esperar hasta 1995, su última campaña como juventino, para conseguir otro título: un Scudetto y una Copa de Italia.

Milán, Bolonia e Inter

Después de aquella temporada, Roberto Baggio sucumbiría a la llamada del Milán de Silvio Berlusconi. Únicamente permaneció dos temporadas en el club rossonero, donde compartió plantilla con delanteros de la talla de Dejan Savicevic, George Weah o Paolo Futre. Allí ganó su segunda Serie A y el que sería su último título como profesional.

Abandonó Milán para poner rumbo a Bolonia. Su estancia allí, una única temporada, fue como un puente aéreo hacia el máximo rival del equipo rojo y negro. Fichó por el Inter de Milán, donde compartió vestuario con Ronaldo Nazario, Zamorano o Christian Vieri.

Aquellas dos campañas (1998/99 y 1999/2000) con la escuadra nerazurro fueron un fracaso en lo personal, por su mala relación con Marcello Lippi, un entrenador que fue un semiDios para la Juventus. Casualmente, el Inter de Milán había sido campeón de la UEFA la campaña anterior a su llegada, la 1997/1998, y subcampeón un año antes.

El retiro en Brescia

Tras completar la Santa Trinidad de Italia (Juventus, AC Milán e Inter de Milán), Roberto Baggio buscó un retiro donde poder disfrutar del fútbol.

De cara a la temporada 2000/2001 llegó libre al Brescia, donde coincidiría durante su estancia, hasta su retirada en 2004 con jugadores como Guardiola o Luca Toni. A pesar de sus maltrechas rodillas, ‘Il Divino Codino’ brillaría con luz propia.

Su último partido, el de su retirada, fue en San Siro, ante el AC Milán. Se marchó ovacionado al ser sustituido. Se retiró del fútbol tras anotar 205 goles en la Serie A y después de dejar una estela de jugador diferencial. Era diferente. En su forma de jugar, con su regate en carrera y con aquel peinado genuino (con su coleta) que lo caracterizó durante años.

Roberto Baggio fue un jugador por momentos incomprendido en unos años donde la liga italiana dominaba al dictado de una forma de jugar contraria a su juego. A pesar de todo, fue una estrella en aquel particular Imperio Romano futbolístico. Estaba claro que sería añorado cuando faltara.

Por Carlos Alberto Cabrera

Periodista en tiempos revueltos... Apasionado de la comunicación y el deporte. El fútbol me ayudó a aprender geografía y sobre la vida. Técnico Deportivo de Fútbol-Nivel 2 Académico (~UEFA A). Formador de fútbol base.

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